Las graves implicaciones legales que puede tener la práctica del sexting quedan ilustradas con el caso de Phillip Alpert, un muchacho de 19 años de Orlando, Florida. Phillip había recibido fotos de su novia desnuda en su teléfono móvil. Por aquel entonces él tenía 18 años y ella 16. Algo muy común en estos tiempos en que el móvil es el principal medio que utilizan los adolescentes para comunicarse entre sí, y algo que no hubiera trascendido de no ser porque, tras una pelea, Phillip, reenvió la foto a decenas de amigos y familiares de la chica.
El caso ha terminado en una condena por difusión de pornografía infantil. Phillip estará durante 5 años en libertad vigilada y su nombre ha sido añadido al registro de delincuentes sexuales (una figura penal estadounidense que permite publicar su nombre y dirección para que todos sus vecinos estén advertidos), donde permanecerá hasta que tenga 43 años. Además ha sido expulsado de la universidad, es incapaz de encontrar trabajo y asiste a clases de reeducación para delincuentes sexuales.
La policía de Florida advierte a los menores que lo piensen dos veces antes de apretar el botón: poseer este tipo de imágenes de menores de 16 años es ilegal. Incluso si uno/a mismo/a se ha hecho la foto. Y si la envían a alguien además de la posesión y creación de pornografía infantil están incurriendo en distribución. Según indican, estos casos son muy comunes.
Si el menor entra en un registro de delicuentes sexuales, no se hace público hasta que llega a la mayoría de edad.
Aunque los padres suelen ser reticentes a denunciar estos casos, si no lo hacen la policía no puede intervenir para tratar de detener la difusión de la fotografía o vídeo en cuestión.